El temible Coronavirus

El temible Coronavirus

 Q.B.P. Gabriel Félix Burgos

 

En 1892, el joven científico ruso llamado Ivanowsky descubrió, al estudiar una enfermedad infecciosa que atacaba a la planta de tabaco, que el agente causante atravesaba los filtros diseñados para retener bacterias. Así se descubrieron los virus, que en una época se llamaron filtrables. A partir de dicho descubrimiento se estudiaron, una a una, todas las infecciones en donde no se había podido demostrar un agente etiológico microbiano visible al microscopio óptico.

     Los virus, que en griego significan veneno, son agentes infecciosos pequeñísimos observables únicamente al microscopio electrónico, no forman células, miden de 20 a 400 nanómetros (un nanómetro es la millonésima parte de un milímetro) y sólo pueden multiplicarse dentro de las células de los seres vivos, incluyendo el humano.

     Los virus causantes de infecciones de las vías respiratorias en humanos pertenecen a numerosos géneros con gran variedad de tipos dentro del mismo género (más de 100 para el virus causante del resfriado común o catarro) y, además, algunos presentan numerosas mutaciones que impiden la acción de los anticuerpos (influenza).

     Coronavirus es una partícula de aproximadamente 140 nanómetros, de apariencia esférica (en lo físico) se parece al virus de la influenza, pero tiene proyecciones en la superficie en forma de pétalo similares a una corona. Este virus respiratorio tiene un limitado número de huéspedes animales.

     La mayoría de los Coronavirus humanos ocasionan enfermedad benigna de las vías respiratorias superiores, “resfriado común”, pero nuevos tipos de Coronavirus originan el síndrome respiratorio agudo severo (COVID-19), el síndrome respiratorio de Medio Oriente y gastroenteritis en infantes. La infección deja inmunidad de corta duración. En animales de granja provocan epidemias masivas de gran importancia económica.

     El Coronavirus es el responsable de la pandemia actual del síndrome respiratorio agudo severo (SRAS), enfermedad conocida y abreviada como COVID-19, la cual rápidamente se complica con una neumonía grave.

     El virus se transmite por vía aérea a través de microgotas respiratorias (gotitas de flugge), expelidas al hablar, toser, estornudar o simplemente respirar, procedentes de un infectado o enfermo, y que, al ser inhaladas por una persona susceptible, días más tarde desarrolla la infección con o sin la enfermedad. Otra forma importante de transmisión es a través de las manos, superficies y objetos contaminados con secreciones respiratorias.

     La temible enfermedad ha causado hasta el mes de abril de 2020, centenares de miles de muertos y millones de infectados en todo el mundo. En México, la pandemia se sigue extendiendo, hasta alcanzar cientos de muertos y miles de infectados.

     Por qué sucedió así, son varias las razones, algunas desconocidas: la enfermedad respiratoria debida a COVID-19 es muy contagiosa; la mayoría de la población mundial, vive en zonas urbanas de las grandes ciudades, lo que favorece la transmisión de enfermedades infecciosas; el intenso transporte masivo de personas a través del mundo facilita la transmisión de enfermedades infecciosas; los sistemas de salud no estaban preparados para esta contingencia, ni en equipo, ni en personal especializado (médico y de enfermería), las grandes decisiones las tomaron los políticos, en general y con algunas excepciones, sin consultar científicos en epidemiología, microbiología, infectología, inmunología y ecología; en muchos países se subestimaron las cifras de fallecidos, en particular los muertos en casa y, los infectados sin prueba confirmatoria; no se cuantificó con precisión la cifra de portadores asintomáticos en la comunidad, no se determinó cuántos días antes, durante y después de recuperarse de la enfermedad, la persona afectada seguía siendo contagiosa; no se dispone de medicamentos y vacunas específicas; las medidas de aislamiento y precauciones en el transporte masivo fueron tardías e ineficaces; la escasa educación en el manejo de epidemias que tiene la mayoría de la población mexicana dificulta la prevención de enfermedades epidémicas y algunos gobiernos prefieren atender los serios problemas económicos antes que la  alarmante mortandad de la pandemia.

 

Sugerencias:

 

  1. Preparar con prontitud los sistemas de salud para la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad.
  2. Consultar expertos profesionales.
  3. Demandar a las autoridades sanitarias no subestimar el número de fallecidos e infectados por la COVID-19.
  4. Aplicar pruebas confirmatorias a portadores asintomáticos en grandes poblaciones, para determinar los riesgos de infección.
  5. Determinar el período de transmisibilidad antes, durante y después de la enfermedad.
  6. Respetar las medidas de aislamiento y precauciones establecidas por la Secretaría de Salud.
  7. Educar, educar y educar a la población en las medidas preventivas durante la pandemia.
  8. Entender que la conservación de la vida es lo más importante, evitando la infección y apoyando a la población en servicios de salud y alimentación.

 

     La solución es difícil, pero se logra con acuerdos globales estrictamente obligatorios para todos los países, que incluya los tiempos y lugares para la aplicación de las medidas de prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades infecciosas que se diseminan rápidamente a nivel mundial.